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Despertar de la Consciencia y el Florecimiento del Corazón

La Cordura y la Locura explicadas en dos Movimientos

Se me hace cada vez más claro el problema que tenemos y no digo que yo no lo tenga. Espero de todo corazón que lo que voy a decir sea un poco incómodo de leer. Y para eso tendré que contarte un par de experiencias personales.


Todavía hay mucho camino por recorrer para que eso que me enferma, me roba la vitalidad y los mejores momentos -a mi y a tod@s- deje de ser objeto de deseo y consumo. Nuestras adicciones tienen raíces difíciles de quitar. Y requiere de mucha experiencia aprender a renunciar a su compulsión, ¡aún cuando sepamos muy bien lo que nos espera al final de la aparente felicidad que nos prometen!


No quisiera que lo que te compartiré sea incómodo en el sentido de que alguien se siente juzgado, exigido, avergonzado o culpable. Nada de eso. Odio presionar a la gente tanto como odio que me hagan eso a mí. Llevo años ayudando a todo el mundo a dejar de juzgarse, exigirse, avergonzarse y culparse de forma gratuita e innecesaria. Nos ayuda muy poco hacernos estas cosas. Además todo el asunto de la transformación personal consiste en descubrir cómo diablos dejar de agredirse a uno mismo y por una vez en la vida comenzar a estar de parte de uno... bueno no del Ego de uno -que es lo que hacemos todos y creamos un desastre a escala global con eso-, sino a estar de parte del Ser Esencial de uno. La parte más difícil de esto es que es muy difícil estar de parte de alguien que uno no conoce, por eso la mayoría estamos más de parte de nuestro Ego que de nuestro Ser Esencial.

Pero al fin y al cabo, aunque sea un poco intrincado conocer nuestra esencia, es la única forma real y sólida para poder sufrir menos y ser al mismo tiempo medianamente amorosos con los demás. Digamos que este artículo se trata un poco sobre esto.


Los seres humanos estamos sanos psicológicamente cuando estamos en contacto con el corazón. Y aunque no parece muy académica mi afirmación, es sorprendente cómo los griegos y también los chinos ya lo habían descubierto hace miles de años. Esto me dijo la IA sobre el origen de la palabra corazón:

"Cor" es la base de la palabra "corazón". "Cordis" es la base de muchas palabras españolas como "acordar", "concordar", "recordar", "acuerdo", "cordialidad", "cordura" y "cuerdo".

¡Y no podían tener más razón! Sin duda no fue la "razón del intelecto" lo que les permitió verlo.


Eso según los griegos. Sobre los chinos puedo decir que mi hermano Francisco que estudió acupuntura y medicina china y además es instructor de Kung Fu y Qi Gong, muy entendido en estas cuestiones, me explicó que en la medicina china se considera que la base de los trastornos psicológicos es el desbalance en la energía del corazón.


Y yo digo que la cura a nuestros problemas psicológicos, la ansiedad, la depresión, los trastornos del sueño, de pánico, a las enfermedades que padecemos en nuestros vínculos, etc, etc, etc, NO CONSISTE EN:

  • Entender tus vidas pasadas

  • Tomar los fármacos correctos

  • Esforzarte por ser mejor persona

  • Pensar positivo

  • Dominar la Mente

  • Ser más fuerte

  • Sobreponerse al dolor y la angustia

  • Aprender alguna técnica

  • Hacer más ejercicio físico (aunque esto ayuda mucho, por cierto, pero no resuelve del todo el problema)


Las personas recuperamos el equilibrio psicológico cuando sentimos el corazón. Para mí, corazón significa algo similar que para los chinos. No es sólo el órgano físico, sino también una cualidad energética y tiene dimensiones tanto físicas como "intangibles" y psicológicas.

Corazón para mí significa también "centro afectivo", que está literalmente en el pecho e involucra a nuestro corazón físico también, pero es algo más que eso.


Desde el cliché podemos pensar que "estar en el corazón" es una mezcla entre película Disney, monje renunciante, niños educados, conexión con los ángeles y maestros ascendidos y una muy buena dosis de autocontrol mezclada con hipismo.


Pero quiero traer realidad: No se puede sentir el corazón esforzándose por alcanzar una imagen de perfección a través de un programa de auto mejoramiento.

La búsqueda de perfección sólo hace daño al corazón, nos vuelve más violentos, más arrogantes, más juzgadores y más omnipotentes. El amor no es convertirse es alguien más perfecto, es la capacidad de amar las cosas como son, "estar de acuerdo" con la realidad. Hace años le oí decir a alguien "amar es cuando no quieres quitar nada y no quieres agregar nada."... magistral.

Esta capacidad de amar se desarrolla sintiendo el corazón, que está hecho para volver a la cordura. No se logra intentando mejorarse.


Esta es la parte que no entendemos nada de bien y donde estamos muy perdidos. La verdad es que la mayor parte del tiempo nos sentimos profundamente insatisfechos porque no "recordamos", porque hemos olvidado cómo "estar de acuerdo".


El corazón físico tiene dos movimientos; contraerse y relajarse. Así es como la sangre con toda la fuerza de la vida es distribuida por todo el cuerpo y lo nutre con su rojo elixir vital.

¿Sabías que el tiempo en que el corazón se contrae es más o menos un 30% del tiempo total en que trabaja? El otro 70% del tiempo el corazón ¡sólo se relaja! Pero nosotros no queremos funcionar así. Tenemos terror de dejar de estar haciendo algo.


¿Cuando fue la última vez que no estabas haciendo nada? Si eso sucedió hace más de tres o cuatro días podemos aventurar que algo no se debe sentir bien. Imagina lo que pasaría si el corazón se contrajera, digamos, un 70% u 80% del tiempo. Lo mínimo sería un doloroso calambre. Nosotros vivimos acalambrados y parece que no nos importa.


Recuerdo esos momentos de mi niñez en Pichidangui, un hermoso balneario en la zona central de Chile al que íbamos siempre de vacaciones con mi familia. Eran esos momentos en que me sentía aburrido, de espalda en el suelo, sin nada que hacer y sin pretender hacer nada.

Era maravilloso. En esos momento se colaba en los espacios de silencio la contemplación y pasaba horas mirando a las gaviotas planear sobre la orilla del mar en un roquerío saturado de viento vital. Mi corazón se expandía hasta el infinito y era tal mi deseo de volar, que acababa sintiendo que me convertía en ellas y entonces yo planeaba sobre el mar mientras el sol regalaba sus últimos rayos dorados.


Hay dos clases de energías o estados. En realidad hay más de dos, pero para comprender cómo volver al corazón hace falta comprender al menos estos dos:

Algunos estados-energías suben y otros bajan. Literal, no es metáfora. Hacia arriba y hacia abajo. Nuestro corazón está más o menos en el centro del cuerpo, de modo que si rechazamos alguno de los dos movimientos nuestra energía se queda demasiado arriba o demasiado abajo y la consecuencia es que perdemos la cordura.


Porque estar cuerdo es un asunto de dónde tienes tu centro, no tiene nada que ver con que tengas buenas o malas intenciones, que tengas mucho conocimiento o poco, que seas una persona fantástica u horripilante. Todas estas cosas son muy abstractas, mentales, intelectuales. Estar en el corazón es algo que se hace con el cuerpo, con todo el cuerpo, aprendiendo a respetar el movimiento de las energías que suben y bajan.


Ejemplos de cosas que hacen que la energía suba:

Enojo, Ansiedad, Alegría, Entusiasmo, Cafeína, Diversión, Movimiento, Pelear, Ganar, Lograr algo, Planificar, Hacer, Ruido, Pantallas, Luz, Mover la Musculatura, Estar Alerta, Respuestas de Ataque y Huida, Desear.


Son sólo algunos ejemplos, hay muchas cosas más.


Cosas que hacen que la energía baje:

Tristeza, Dolor, Cansancio, Perder, Soltar, Frustrarse, No Hacer, Aburrirse, Silencio, No Desear, Contemplar, Aceptar, Enfermar -en realidad lo que consideramos enfermedad suele ser desintoxicación-, desilusión, morir.


Y ahora podemos comenzar a entender porqué estamos en un mundo que parece que cada vez se aleja más de la cordura.


Cuando la vida nos lleva a experimentar esos estados que llevan la energía hacia abajo nos aterrorizamos. Tenemos fobia a la bajada de la energía. Creemos que está mal que esto nos suceda y entonces intentamos hacer algo, algo para ganar, nos exigimos a nosotros y a otros. La energía no puede bajar porque nuestra ansiedad lo impide y así no podemos tocar la profundidad de nuestro corazón, que sólo puede alcanzarse cuando permitimos el descenso de la energía.


Y uno de los estados frente a el cual respondemos con más angustia, ansiedad y miedo es la tristeza. Una y otra vez lo veo en mis consultantes y en mi propia experiencia.

Cuando estamos tristes, en lugar de tomarnos tranquilamente un tiempo para enterrarnos en nuestra oscuridad y permitir que nuestro cuerpo-alma haga su proceso, sufrimos de angustia y ansiedad porque tenemos miedo al descenso.

¿Porqué tanto miedo? Porque la tristeza hace que se nos quiten las ganas de HACER, porque creemos que dejar de hacer es letal, que nos vamos a morir, que ya nadie nos va a querer más. En lugar de transitar las tristezas y desilusiones naturales que la vida nos trae, estos estados que se parecen un poco a morirse y secarse... nos aterramos y ¡no podemos vivir el proceso!


No podemos simplemente estar tristes y ya, buscamos todos los argumentos posibles para criticarnos, juzgarnos, culparnos y sentirnos avergonzados... o le hacemos eso a otros porque nos sentimos víctimas de algo y queremos venganza. El resultado es que se nos va toda la energía a la cabeza -es decir, hacia arriba- y nuestro corazón queda mudo, le tapamos la boca, y nos volvemos incapaces de sentir amor. Se nos llena la cabeza de pesadillas y sufrimos de insomnio. No registramos tampoco el cansancio que esta ansiedad nos provoca, que por cierto, es algo a lo que también tememos.


Pero cuando aprendemos que nuestra cultura patriarcal que cree que la única forma correcta y viable de vivir es tener una sonrisa postiza en la cara, los músculos inflados -para actuar o vernos bien-, ganar siempre, tener siempre éxito, ser siempre el más bonito, más inteligente y más sexy, el más bueno, el más preocupado por los demás, el mejor amigo, el más perfecto, el que no se equivoca, el que nunca se cae porque es imbatible... Cuando comenzamos a damos cuenta que nuestra cultura patriarcal tiene que estar equivocada porque nos sentimos incapaces de dar la talla y nos estamos enfermando de auto rechazo y vergüenza, lo cual no parece tener cura porque ya más energía no nos queda... entonces, sólo entonces, no preguntamos ¿Y si no fuera letal permitir que mi energía descienda?


Hay que tener valor para llegar a este punto. O haber sufrido hasta más no poder. O no haber podido nunca encajar. O tener la suerte que una crisis bendita nos haga detenernos un momento.


¿Y si no fuera letal, feo, ni inmoral que al menos una vez en la vida... o una vez al día, sólo unos días, o al menos unos minutos, nada ni nadie me importe, que yo tenga derecho a no ser nadie, a no ser bueno ni mejor, a ser NADA, a morirme, olvidar por completo el mundo y que alguien podría esperar algo de mí, olvidar el tiempo, estar un poco triste, o destrozado, de igual, a aburrirme, a no saber nada de nada, a ser simplemente una roca estúpida que no tiene NADA DE NADA que hacer más que existir?

¿Y si ese cansancio, esa tristeza, ese desgano que parece haberse pegado en mi alma, que está ahí todo el tiempo aunque quiera olvidarlo, que me hace creer que hay algo malo conmigo, esa supuesta "depresión" que me hace pensar que tengo alguna suerte de enfermedad o que me quita valor como persona, esa suerte de oscuridad que no se sabe muy bien que es y que creo que es un pozo sin fondo que quiere tragarme y destruir todo lo que he construido, mi trabajo, mi identidad, mis vínculos -si porque no quiero ver a nadie y no siento amor por nadie en esta oscuridad-... en realidad fuera algo bueno, algo en lo que podría confiar?

¿Y si dejo de medicarme, de drogarme, de distraerme, de esforzarme de cualquier forma que me hace sufrir y por una vez... me rindo? ¿Y que tal si entonces no sucede la destrucción sino algo hermoso, revolucionario y rupturista?


¿Y si me atrevo a entrar ahí?

De todos modos, no importa lo que haga. La oscuridad no se va.


Hace un mes tuve una sesión de terapia que cambió mi vida para siempre.

Ese día me sentía muy cansado. En realidad, ese día, ese cansancio oscuro que tanto intentaba evitar siempre, estaba en el primer plano. Era imposible ignorarlo. Mi terapeuta me invitó a hundirme en este "cansancio". Yo tenía miedo de sentirlo. Comencé a notar que era mucho más que cansancio y sólo ahí se hizo evidente porqué tenía miedo de sentirlo. Era frustración, tristeza, desgano, depresión, ganas de no existir, de no hacer nunca más nada, de ser indiferente con todos los seres humanos del planeta, incluso mis más queridos y cercanos, era todo eso y algo más que ni siquiera tenía palabras para describir.

Tenía miedo de entrar ahí, era demasiado tomarme ese permiso... que nadie te importe, no querer moverme más nunca. Qué egoísta, qué mala persona, que mediocre, qué descuidado, qué despreciable ser esa nada deteriorada.

Mi terapeuta me invitó a comenzar a poner palabras a la sensación, dejarla hablar a través de mi boca mientras tendido en un colchón me convertía en cadáver, uno muy malo y egoísta por cierto. "Quiero no moverme... no quiero hacer nada... no quiero querer a nadie... nadie me importa... quiero que me dejen en paz. Quiero estar aquí porque... porque... porque... ¡¡¡Me quiero sentir a mí!!!

Comenzaron a fluir lágrimas tibias de este sentimiento de "recordarme", reconectarme. ¡Me extrañaba a mi mismo! Me extrañaba porque había estado demasiado ocupado tratando de ser feliz, de cuidar a otros, de trabajar, de hacer lo que se debe, de realizar mis deseos... se no tenía tiempo de estar conmigo, de sentirme.

Fue un encuentro tremendo, pero no del tipo gongs sonando en medio de fuegos artificiales, sino tremendamente sutil y profundo, con cierto aire de funeral. Y de pronto sucedió algo inesperado. Mi corazón comenzó a vibrar, literal, el centro de mi pecho comenzó a vibrar, una energía sutil y suave, una suerte de luz eléctrica vibrante.

Encontré el centro. Encontré la cordura. Encontré mi corazón.


No pasa nada, no tengas miedo. Entrégate al descenso, no pasa nada. Por ahí es el camino a la cordura.


El corazón sólo se contrae el 30% del tiempo. Es natural que te sientas tan cansad@... ¿cuando fue la última vez que no hiciste nada? No es cuerdo ir contra el ritmo y pulso natural.

Por favor, suelta.

Sólo unos minutos... pero de vez en cuando viene bien hacerlo unos días, al menos una vez en toda tu vida.


Recuérdate.


Necesitamos salir de la locura de más, mejor, arriba, alegría, vamos que se puede. Todo esto está bien, pero cuando lo hacemos de forma compulsiva y todo el tiempo sin visitar el descenso, nos hacemos daño. También necesitamos transitar el menos, el no puedo, el no quiero, no soy nada, no soy nadie.

Así no se nos infla tanto el ego hasta terminar enfermos de ansiedad. Cuando aprendemos a ir hacia abajo y mantener a la mente serena en esa aparente muerte, dejamos de sentirnos bichos raros por no ser populares, al fin se acaba nuestro problema de autoestima que no es nada más que creer que deberíamos ser "algo más" de lo que estamos siendo. Así podemos amar lo que somos. Dejar de "agregarnos algo o intentar quitarnos algo".

Sólo así se puede amar.


Somos todo esto, lo bonito, lo feo, lo brillante, lo grande, lo ascendente y también lo poco, lo vacío y lo vulnerable que conecta con la ternura, la compasión y el cuidado.


Descansa.

No pasa nada si ahora no eres más.

Si crees que no eres nada.

Si te desilusionas.

Entra aquí.

Haz el viaje al fondo del corazón.

Hemos estado tanto tiempo arriba que bajar un poco sólo puede hacerte bien.

Pero no te asustes.

El miedo te hace flotar como un corcho en el agua de tu angustia y así no entras.

Calma.

Confía.


 

¿Quieres aprender más acerca de cómo respetar los movimientos naturales de la energía?

Te invito a este minicurso que di hace un par de años sobre la Sabiduría de las Emociones cómo trabajamos con ellas en terapia Gestalt.













2 Comments


Tomás, me ha resultado un texto maravilloso, profundo, auténtico y mágico. Me siento muy identificado con todas las ideas y estados que describes.

Me llegan muy hondo esos aprendizajes tan profundos que surgen de tu propia experiencia. Ufff!

Me ayuda mucho a entender que estoy ya en el camino de sanar.

Gracias de corazón y un abrazo.

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Maravillosamente cierto! Que lindo este post 🩷

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