Los problemas de pareja son un problema de comunicación, sin embargo, resolver ese “problema de comunicación” requiere mucho más que aprender alguna técnica para entenderse con el otro.
Porque para comunicarnos bien, el primer requisito es tener la habilidad de mostrar a la otra persona qué es lo que siento y pienso. Y para poder hacer esto, es necesario tener consciencia de mis sentimientos y emociones… y, definitivamente, aún como humanidad estamos en la edad de piedra del autoconocimiento.
La dificultad más seria es que sentirnos nos lleva a experimentar nuestra herida, tarde o temprano. Y todos tenemos este punto fóbico dentro nuestro, que cuando se gatilla, nos lleva a reaccionar desde el peor lugar de nosotros mismos; nuestra conducta se vuelve una lucha por la supervivencia y somos salvajes. Algunos son salvajes hacia afuera y se vuelven violentos, otros son salvajes hacia adentro y se vuelven auto maltratadores. Salvajes al fin y al cabo.
¿Supervivencia de qué? Estas conductas de superviviencia definitivamente no son un aporte real a nuestra vida, porque nos hacemos daño y hacemos daño a otros. Nos falla el juicio, distorsionamos nuestra percepción de la realidad, de los otros y nosotros mismos… entramos, en un instante, en un espacio en donde nos sentimos desamparados, solos, confundidos, heridos y rechazados… todo en un segundo. Sin embargo, esta reacción “irracional” y destructiva, nos permitió seguir adelante cuando fuimos niños y de hecho estuvimos desamparados, solos, confundidos, heridos y rechazados.
Es muy difícil comunicarse porque hacerlo requiere ser completamente honesto y transparente con nuestra pareja, exponer el flanco más vulnerable con toda franqueza en lugar de culpar y defenderse. Por no querer mirar ese lugar dolido y herido, somos nuestros peores verdugos. En nuestro estado de shock, rechazamos una y otra vez todos esos sentimientos difíciles que hay dentro nuestro. Una y otra vez maltratamos a nuestro niño interno.
Mientras cada integrante de la pareja no se aventure en el viaje hacia el encuentro con su niño herido, entonces la comunicación siempre fallará en algún punto, tarde o temprano y lo más difícil, acusamos a nuestra pareja de hacer daño a nuestro niño interno, cuando en realidad somos nosotros quienes lo hacemos más difícil y sin saberlo.
El amor de la pareja rara vez se pierde, son las heridas las que lo opacan.
Hay una buena noticia:
¡Es posible Sanar!
Tomás de la Fuente Escritor de #ideasquesanan Terapeuta, Formador de Terapeutas Instructor de Meditación