Todos tenemos ideas irracionales… sabemos, desde la razón, que las cosas son de un modo, pero sentimos diferente.
Por ejemplo, sabes que no tiene sentido tener celos de tu pareja, pero de todos modos sientes celos. O quizás sabes que no tiene sentido criticarte duramente y sentir culpa de miles de cosas, pero lo haces.
Las ideas irracionales se sostienen en algún miedo y, mientras el miedo siga ahí, no importa cuán racionalmente pensemos las cosas, seguiremos sintiéndonos igual.
¿Y qué es el miedo? Una hipótesis que no ha sido comprobada. Es decir, es una afirmación de cómo suceden las cosas, pero aún no has hecho el experimento para comprobar su veracidad. Mientras no hagas el experimento, el miedo seguirá ahí y todas las ideas irracionales también. Por ejemplo, supongamos que cada vez que tu pareja no te habla en un día, sientes celos y entonces te enojas y le dices que debe hablarte más seguido. Esta conducta parte del supuesto que si tu pareja no te habla en un día, entonces la razón es que ya no te quiere -he aquí la idea irracional- y, si no te quiere -he aquí el miedo- no podrás tolerar el dolor de ser abandonad@.
Para superar este problema, tenemos que poner a prueba ambas hipótesis. Entonces habría que hacer dos cosas:
1- No decirle nada a nuestra pareja y comprobar si efectivamente nos deja de amar. Sin embargo, esto no es suficiente, hay que comprobar la hipótesis del miedo: 2- Dejar que se aleje, SENTIR la angustia de abandono y ver si, efectivamente, no podemos tolerarla.
¡Hasta ahora nadie ha muerto por sentir!
Al hacer el experimento, VIVIENDO Y VIVENCIANDO eso que tememos, es cuando las ideas irracionales cambian. Así sabemos y entendemos desde el sentir, que no son reales.
Hoy es un buen día para correr el riesgo de sentir eso que más temes.
Tomás de la Fuente Diciembre 2017